Esta es una traducción de la página original en inglés.

El Proyecto GNU

La primera comunidad que comparte software

Cuando empecé a trabajar en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) en 1971, pasé a formar parte de una comunidad que llevaba muchos años compartiendo software. El hábito de compartir software no se limitaba a nuestra comunidad en particular; es una práctica tan antigua como los ordenadores, al igual que compartir recetas de cocina es tan antiguo como cocinar. Pero nosotros lo hacíamos más que la mayoría.

En el laboratorio de inteligencia artificial se utilizaba un sistema operativo de tiempo compartido llamado ITS (sistema de tiempo compartido incompatible), que había sido diseñado y escrito en lenguaje ensamblador por los hackers del laboratorio para el PDP-10, de la empresa Digital, uno de los ordenadores más grandes de la época [1]. Como miembro de esa comunidad, y hacker del laboratorio, mi trabajo consistía en mejorar dicho sistema.

No llamábamos a nuestro software «software libre» porque ese término todavía no existía, pero era exactamente eso. Cuando alguien de otra universidad o de una empresa quería adaptar y utilizar un programa, se lo permitíamos de buen grado. Si veíamos a alguien utilizar un programa poco corriente e interesante, siempre le podíamos pedir que nos mostrara el código fuente para leerlo, modificarlo o tomar partes de él para hacer otro programa.

La desintegración de la comunidad

La situación cambió drásticamente a comienzos de los años ochenta, cuando la empresa Digital interrumpió la fabricación de la serie PDP-10. Su arquitectura, elegante y potente en la década de los sesenta, no podía adaptarse de forma natural a los amplios espacios de direccionamiento ya factibles en los años ochenta. Por consiguiente, casi todos los programas que integraban el sistema ITS resultaban obsoletos.

La comunidad hacker del laboratorio de inteligencia artificial ya se había disuelto no mucho antes. En 1981, la compañía derivada Symbolics contrató a casi todos los hackers del laboratorio, y la diezmada comunidad no pudo sobrevivir. (En el libro Hackers, Steve Levy narra estos hechos, a la vez que ofrece una clara imagen de esta comunidad en sus comienzos). Cuando el laboratorio compró un nuevo PDP-10 en 1982, los administradores decidieron utilizar el sistema de Digital, que no era libre, en lugar del sistema de uso compartido de ITS.

Los modernos ordenadores de aquella época, como el VAX o el 68020, tenían sus propios sistemas operativos, pero ninguno de ellos era software libre: había que firmar un acuerdo de no divulgación incluso para obtener una copia ejecutable.

En otras palabras, el primer paso para poder utilizar un ordenador era comprometerse a no ayudar al prójimo. Se prohibía la existencia de una comunidad cooperativa, y los dueños del software privativo establecieron el siguiente principio: «Si lo compartes con el prójimo, eres un pirata. Si quieres algún cambio, ruéganos que lo hagamos».

La idea de que el sistema social del software privativo (el sistema que impide compartir y modificar el software) es antisocial, que es contrario a la ética, que es sencillamente incorrecto, puede sorprender a algunos lectores. Pero ¿qué otra cosa se puede decir de un sistema que se basa en dividir a la gente y en mantener al usuario indefenso? Es probable que los lectores a quienes esto les sorprende den por sentado el sistema social del software privativo, o que lo juzguen en los términos planteados por las empresas que desarrollan ese tipo de software. Los distribuidores de software se han esforzado mucho y durante mucho tiempo para convencernos de que no existe otra manera de abordar el tema.

Cuando los distribuidores de software hablan de «ejercer» sus «derechos» o de «acabar con la piratería», lo que de hecho dicen es secundario. El verdadero mensaje se esconde en suposiciones tácitas que ellos dan por sentadas y que pretenden que el público acepte sin discusión. Examinémoslas.

Una suposición es que las empresas de software tienen un derecho natural e incuestionable a la propiedad del software, y por lo tanto a detentar el poder sobre todos los usuarios (si se tratara de un derecho natural, no podríamos objetar nada, independientemente del perjuicio que esto causara al público). Es interesante el hecho de que la Constitución de los Estados Unidos de América y la tradición jurídica rechazan este punto de vista. El copyright no es un derecho natural, sino un monopolio artificial impuesto por el Estado que limita el derecho natural de los usuarios a copiar.

Otra suposición tácita es que lo único relevante con respecto al software es qué tareas nos permite realizar, y que a las personas que utilizamos ordenadores no nos tendría que importar el tipo de sociedad que se nos permite tener.

Una tercera suposición es que no dispondríamos de software útil (o nunca tendríamos un programa para realizar tal o cual tarea en particular) si no le otorgáramos a una empresa el poder sobre los usuarios del programa. Esto podía parecer plausible antes de que el movimiento del software libre demostrara que se puede desarrollar muchísimo software útil sin necesidad de ponerle cadenas.

Si decidimos no aceptar tales suposiciones y analizamos estas cuestiones basándonos en criterios morales corrientes y de sentido común poniendo a los usuarios en primer lugar, llegaremos a conclusiones muy distintas. Los usuarios de ordenadores han de ser libres de modificar los programas para ajustarlos a sus necesidades y de compartir el software, porque la cooperación con los demás constituye la base de la sociedad.

No disponemos aquí de espacio para extendernos en las razones que llevan a esta conclusión, por lo que remito al lector a las páginas Por qué el software no debe tener propietarios y El software libre es ahora aún más importante.

Una difícil elección moral

Al desaparecer mi comunidad, me resultó imposible continuar como antes. Tuve que afrontar una difícil elección moral.

La opción más fácil era unirme al mundo del software privativo firmando acuerdos de no divulgación y prometiendo no ayudar a mis compañeros hackers. Es muy probable que también hubiera tenido que programar software que se publicaría bajo acuerdos de no divulgación, aumentando así la presión sobre otras personas para que también traicionaran a sus compañeros.

Podría haber ganado dinero de esa manera, y tal vez me hubiese divertido escribiendo código, pero sabía que al final de mi carrera echaría la vista atrás y vería los muros que habría construido para dividir a las personas, sentiría que había empleado mi vida en hacer del mundo un lugar peor.

Ya había tenido la experiencia de toparme con un acuerdo de no divulgación. Sucedió cuando alguien se negó a entregarnos, a mí y al laboratorio de inteligencia artificial del MIT, el código fuente del programa que controlaba nuestra impresora (la ausencia de ciertas funcionalidades en ese programa convertía el uso de la impresora en una experiencia sumamente frustrante). De modo que no podía engañarme a mí mismo pensando que los acuerdos de no divulgación fuesen inofensivos. Monté en cólera cuando aquel individuo se negó a compartirlo con nosotros; no podía virar y hacerles lo mismo a los demás.

Otra posibilidad, sencilla pero indeseable, era abandonar el campo de la informática. De esa manera no se haría un uso indebido de mis habilidades, pero quedarían desaprovechadas. Yo no sería culpable de dividir y restringir a los usuarios de ordenadores, pero eso sucedería de todos modos.

Así que busqué la manera de hacer algo positivo como programador. Me pregunté si yo podría escribir uno o más programas que sirvieran para hacer resurgir la comunidad.

La respuesta era clara: lo primero que se necesitaba era un sistema operativo. Ese es el software fundamental para comenzar a utilizar un ordenador. Con un sistema operativo se pueden hacer muchas cosas; sin él, el ordenador ni siquiera funciona. Con un sistema operativo libre, podríamos tener de nuevo una comunidad de hackers cooperando entre sí e invitar a todos a unirse. Y cualquiera podría utilizar un ordenador sin tener que conspirar desde el principio para privar de esta posibilidad a sus amigos y amigas.

Como programador de sistemas operativos, tenía las aptitudes necesarias para esa labor, y aunque no podía estar seguro de que lo lograría, me di cuenta de que era la persona elegida para realizarla. Opté por hacer el sistema compatible con Unix para que fuera portable, y facilitar así el cambio a los usuarios de Unix. Siguiendo una tradición de los hackers, se eligió el nombre «GNU» como acrónimo recursivo de «GNU No es Unix» (GNU's Not Unix), que se pronuncia como una sola sílaba: ñu.

Un sistema operativo no implica solo un núcleo, que apenas es suficiente para ejecutar otros programas. En los años setenta, todo sistema operativo digno de tal nombre incluía procesadores de comandos, ensambladores, compiladores, intérpretes, depuradores, editores de texto, gestores de correo y mucho más. ITS los tenía, Multics los tenía, VMS los tenía y Unix los tenía. El sistema operativo GNU también los incluiría.

Más adelante escuché estas palabras, atribuidas a Hillel [2]:

Si yo no me ocupo de mí, ¿quién lo hará?
Si solo me ocupo de mí, ¿qué soy?
Si no es ahora, ¿cuándo?

La decisión de comenzar el Proyecto GNU se basó en un espíritu similar.

«Free» en su acepción de «libertad»

La expresión «free software» a veces se malinterpreta. No tiene nada que ver con el precio [1], se trata de libertad. He aquí pues la definición de software libre.

Un programa es software libre, para usted como usuario concreto, si le ofrece las siguientes libertades:

  • La libertad de ejecutar el programa como desee y para cualquier propósito.
  • La libertad de modificar el programa con el fin de adaptarlo a sus propias necesidades (para poder ejercer esta libertad en la práctica, debe tener acceso al código fuente; si no se dispone del código fuente, la tarea de incorporar cambios en un programa resulta extremadamente difícil).
  • La libertad de redistribuir copias, ya sea gratuitamente, ya sea por un precio.
  • La libertad de distribuir versiones modificadas del programa, de modo que la comunidad pueda beneficiarse de las mejoras introducidas.

Dado que nos referimos a la libertad y no al precio, no existe contradicción alguna entre la venta de copias y el software libre. De hecho, la libertad de vender copias es crucial: las colecciones de software libre que se venden en CD-ROM son importantes para la comunidad, y es una buena manera de recaudar fondos para el desarrollo de software libre. Por lo tanto, si no se tiene la libertad para incluir un programa en dichas colecciones, ese programa no es software libre.

A causa de la ambigüedad del adjetivo «free», la gente ha estado buscando alternativas durante mucho tiempo, pero nadie ha encontrado un término mejor. La lengua inglesa es de las más ricas en lo que a palabras y matices se refiere, pero carece de un término simple e inequívoco para «free» en su acepción de «libertad». La palabra cuyo significado más se aproxima es «unfettered» (sin cadenas). Otras alternativas como «liberated» (liberado), «freedom» (libertad) y «open» (abierto) no significan lo mismo o presentan otros inconvenientes.

Software de GNU y el sistema GNU

El desarrollo de un sistema completo es un proyecto de gran envergadura. Para hacerlo viable, decidí adaptar y utilizar piezas de software libre ya existentes siempre que fuera posible. Por ejemplo, desde el principio decidí usar TeX como principal formateador de texto, y unos años más tarde decidí usar el sistema X Window en lugar de escribir otro sistema de ventanas para GNU.

Debido a estas decisiones y a otras similares, el sistema GNU no es lo mismo que la colección de todo el software de GNU. El sistema GNU incluye programas que no son software de GNU, programas que fueron desarrollados por otras personas y otros proyectos para sus propios fines, pero que nosotros podemos utilizar porque son software libre.

El inicio del proyecto

En enero de 1984 renuncié a mi empleo en el MIT y comencé a escribir software para GNU. Fue necesario abandonar el MIT para que la institución no dificultara la distribución de GNU como software libre. De haber continuado como parte del personal, el MIT habría podido reclamar la titularidad de la obra e imponer sus propios términos de distribución, o incluso convertirla en un paquete de software privativo. No tenía ninguna intención de hacer un trabajo enorme para después comprobar que resultaba inútil para lograr su objetivo: crear una nueva comunidad para compartir software.

No obstante, el Profesor Winston, por entonces director del laboratorio de inteligencia artificial del MIT, tuvo la amabilidad de invitarme a que continuase utilizando las instalaciones del laboratorio.

Los primeros pasos

Poco antes de comenzar el Proyecto GNU, oí hablar del Free University Compiler Kit (Kit Compilador de la Universidad Libre), también conocido como VUCK (la palabra neerlandesa correspondiente a «libre» comienza con una v). Se trataba de un compilador diseñado para manejar múltiples lenguajes, entre ellos C y Pascal, y compatible con muchos tipos de ordenadores destino. Le escribí al autor pidiéndole permiso para utilizarlo en GNU.

Me respondió en tono burlón, diciendo que la universidad era libre pero el compilador no[2]. En consecuencia, decidí que mi primer programa para el proyecto GNU sería un compilador multilenguaje y multiplataforma.

Para evitar tener que escribir todo el compilador desde cero, obtuve el código fuente del compilador Pastel, que era multiplataforma y había sido desarrollado en el Lawrence Livermore Lab. El compilador soportaba Pascal y estaba escrito en una versión ampliada del mismo diseñada para utilizarse como lenguaje de programación de sistemas. Le agregué una interfaz para C y comencé a adaptarlo al ordenador Motorola 68000, pero tuve que abandonar la idea al descubrir que el compilador necesitaba demasiados megabytes de espacio, mientras que el sistema Unix 68000 admitía solo 64k.

Advertí entonces que el compilador Pastel analizaba el fichero de entrada al completo para transformarlo en un árbol sintáctico, después convertía todo el árbol en una cadena de «instrucciones» y luego generaba todo el fichero de salida, sin liberar en ningún momento el espacio ocupado. En ese momento concluí que tendría que escribir un nuevo compilador desde cero. Ese nuevo compilador se conoce ahora como GCC. No hay nada del compilador Pastel en él, pero logré adaptar y usar la interfaz para C que había escrito. Pero eso sucedió años más tarde, antes trabajé en el desarrollo de GNU Emacs.

GNU Emacs

Comencé a trabajar en GNU Emacs en septiembre de 1984, y a principios de 1985 ya comenzaba a ser utilizable. Esto me permitió empezar a utilizar sistemas Unix para las tareas de edición. Como nunca me había interesado aprender a utilizar vi ni ed, hasta entonces había editado en otro tipo de máquinas.

En aquel momento ya había personas que comenzaban a mostrar interés por utilizar GNU Emacs, lo que suscitó la cuestión de cómo distribuirlo. Lo puse en el servidor anónimo ftp del ordenador del MIT que yo ya utilizaba (a raíz de ello, ese ordenador, prep.ai.mit.edu, se convirtió en el principal sitio de distribución ftp de GNU, y cuando fue retirado unos años después, transferimos el nombre a nuestro nuevo servidor ftp). Pero en aquella época muchas de las personas interesadas no tenían acceso a Internet y por lo tanto no podían obtener copias por ese medio. ¿Qué podía decirles?

Podría haberles dicho: «Buscad un amigo que esté en la red y que os haga una copia». O podría haber hecho lo mismo que hice con el Emacs original para PDP-10, decirles: «Enviadme una cinta y un sobre prefranqueado con vuestra dirección, y os lo devolveré por correo con una copia de Emacs». Pero como no tenía trabajo y estaba buscando la manera de ganarme la vida con el software libre, anuncié que enviaría una cinta a quien me la pidiera a cambio de ciento cincuenta dólares. Fue así que inicié una empresa de distribución de software libre, precursora de las que hoy en día distribuyen sistemas GNU/Linux completos.

¿Un programa es libre para cualquier usuario?

Si un programa es software libre cuando sale de las manos del autor, esto no significa necesariamente que seguirá siendo software libre para todos los que posean una copia del mismo. Por ejemplo, el software de dominio público (software que no está sujeto a copyright) es software libre, pero cualquiera puede tomarlo y hacer a partir de él una versión modificada privativa. Lo mismo ocurre con muchos programas libres que tienen copyright pero se distribuyen bajo simples licencias permisivas que permiten el desarrollo de versiones modificadas privativas.

El ejemplo paradigmático de este problema es el sistema de ventanas X. Programado en el MIT y publicado como software libre con una licencia permisiva, fue rápidamente adoptado por varias empresas informáticas que añadieron X a sus sistemas Unix privativos, únicamente en formato binario, y lo pusieron bajo el mismo acuerdo de no divulgación. Así, estas copias de X pasaron a ser software privativo, tal como era Unix.

Los desarrolladores del sistema de ventanas X no consideraban que esto fuese un problema, esperaban y pretendían que sucediera. Su meta no era la libertad sino solo el «éxito», medido en función del número de usuarios. No les preocupaba si esos usuarios tendrían libertad o no, solo que fueran numerosos.

Esto condujo a la paradójica situación de que dos maneras distintas de medir el grado de libertad daban por resultado diferentes respuestas a la pregunta: «¿Es libre este programa?». Si se juzgaba en función de la libertad que otorgaban las cláusulas de distribución de la versión publicada por el MIT, se diría que X era software libre. Pero si se medía la libertad del usuario medio de X, se podía concluir que X era software privativo. La mayoría de los usuarios de X utilizaba las versiones privativas que venían con los sistemas Unix, no la versión libre.

El copyleft y la GPL de GNU

El objetivo de GNU era otorgar libertad a los usuarios, no simplemente alcanzar la popularidad. Para ello necesitábamos unos términos de distribución que impidieran que el software de GNU pudiera convertirse en software privativo. El método que empleamos se denomina «copyleft» [3].

El copyleft hace uso de la ley de copyright, pero le da la vuelta de modo que sirva para la finalidad contraria a la habitual: en lugar de ser un medio para restringir un programa, se transforma en un medio para preservarlo como software libre.

La idea central del copyleft es que le otorgamos a todo el mundo el permiso para ejecutar el programa, copiarlo, modificarlo y redistribuir versiones modificadas, pero no le damos permiso para añadirle restricciones por su cuenta. De esta manera, las libertades fundamentales que definen el «software libre» quedan garantizadas para todo aquel que posea una copia; estas libertades se transforman en derechos inalienables.

Para que el copyleft sea efectivo, las versiones modificadas también deben ser libres. Esto garantiza que toda obra basada en la nuestra, si se publica, quedará a disposición de la comunidad. Cuando los programadores que trabajan como empleados en el campo de la programación se ofrecen como voluntarios para mejorar software de GNU, es el copyleft lo que impide que sus empleadores les digan: «No puedes compartir esos cambios porque los queremos utilizar para crear nuestra versión privativa del programa».

La exigencia de que los cambios deben ser libres es esencial para preservar la libertad de todos los usuarios del programa. Las empresas que privatizaron el sistema de ventanas X generalmente realizaron algunos cambios para adaptarlo a sus sistemas y a su hardware. Esos cambios fueron pequeños comparados con la envergadura de X, pero no triviales. Si hacer cambios fuera una excusa para negar la libertad a los usuarios, cualquiera podría fácilmente aprovecharse de esa excusa.

La combinación de un programa libre con código que no es libre plantea un problema similar. Inevitablemente, tal combinación no será libre: las libertades de las que carezca la parte que no es libre, le faltarán también al conjunto. Permitir tales combinaciones abriría un boquete lo bastante grande como para hundir el barco. En consecuencia, una función crucial del copyleft es tapar ese agujero: cualquier cosa que se añada o se combine con un programa que esté cubierto por el copyleft debe permitir que la versión combinada total también sea libre y esté igualmente bajo copyleft.

La implementación concreta de copyleft que utilizamos para la mayoría del software de GNU es la Licencia Pública General de GNU (GNU General Public License) o GPL de GNU, para abreviar. Tenemos otros tipos de copyleft para circunstancias específicas. Los manuales de GNU también están bajo copyleft, pero es un copyleft mucho más simple, porque la complejidad de la GPL de GNU no es necesaria para los manuales [4].

La Free Software Foundation

A medida que crecía el interés por el uso de Emacs, otras personas se involucraron en el proyecto GNU y decidimos que había llegado el momento de volver a recaudar fondos para financiar el desarrollo del sistema operativo GNU. De modo que en 1985 traje a amigos que compartían el objetivo y creamos la Free Software Foundation (FSF), una organización sin ánimo de lucro exenta de impuestos que promueve el desarrollo de software libre. La FSF también se hizo cargo de la distribución de Emacs, y más adelante comenzó a añadir en las cintas otros programas libres de GNU (además de otros que no eran de GNU) y a vender manuales libres (respetuosos de la libertad).

La mayor parte de los ingresos de la FSF procedía de la venta de copias de software libre y otros servicios relacionados: CD-ROM con código fuente, CD-ROM con los binarios, manuales elegantemente impresos (todos con la libertad de redistribuirlos y de modificarlos) y distribuciones de lujo con toda la colección de software apta para la plataforma elegida por el cliente. Hoy en día la FSF continúa con la venta de manuales y otros artículos, pero obtiene la mayor parte de su financiación de las cuotas de los socios. Puede unirse a la FSF en >fsf.org.

Empleados de la Free Software Foundation han escrito y se han encargado del mantenimiento de una serie de paquetes de GNU. Dos ejemplos destacables son la biblioteca C y el intérprete de comandos. La biblioteca C de GNU es utilizada por todo programa que se ejecuta en un sistema GNU/Linux para comunicarse con Linux, el núcleo; fue programada por Roland McGrath, un miembro del personal de la Free Software Foundation. El intérprete de comandos que se utiliza en la mayoría de los sistemas GNU/Linux es «BASH», acrónimo de Bourne Again Shell[5], y fue desarrollado por Brian Fox, también empleado de la FSF.

Financiamos el desarrollo de esos programas porque el Proyecto GNU no se limitaba únicamente a proporcionar herramientas o un entorno de desarrollo. Nuestra meta era construir un sistema operativo completo, y necesitábamos esos programas para lograrlo.

Servicios relacionados con el software libre

La filosofía del software libre rechaza una práctica empresarial generalizada específica, pero no está contra el comercio. Cuando las empresas respetan la libertad de los usuarios, les deseamos mucho éxito.

La venta de copias de Emacs es un ejemplo de actividad comercial con software libre. Cuando la FSF se hizo cargo de esa actividad, tuve que buscarme otra forma de ganarme la vida. La encontré en la venta de servicios relacionados con el software libre que yo había programado. Esto incluía la enseñanza de temas tales como la programación de Emacs de GNU y la personalización de GCC, como así también el desarrollo de software, sobre todo la migración de GCC a nuevas plataformas.

Hoy en día existe buen número de corporaciones que realizan esos tipos de actividades comerciales con software libre. Algunas distribuyen colecciones de software libre en CD-ROM; otras ofrecen asistencia técnica a varios niveles, desde responder a las preguntas de los usuarios y corregir errores en los programas, hasta añadir nuevas funcionalidades de cierta relevancia. Incluso vemos que están empezando a surgir empresas cuya actividad consiste en el lanzamiento de nuevos productos de software libre.

Pero tenga cuidado, hay empresas que se asocian con el término «código abierto» («open source») cuyo negocio se basa en realidad en software que no es libre que funciona con software libre. No son empresas de software libre, sino compañías de software privativo cuyos productos inducen a los usuarios a renunciar a su libertad. Denominan esos programas «paquetes con valor añadido», lo que demuestra cuáles son los valores que desearían que adoptáramos: comodidad antes que libertad. Si valoramos más la libertad, deberíamos denominarlos «paquetes con libertad sustraída».

Objetivos técnicos

El principal objetivo de GNU es ser software libre. Aun en el caso de que GNU no tuviese ventajas técnicas sobre Unix, tendría una ventaja social, permitir la colaboración entre los usuarios, y una ventaja ética, respetar la libertad de los usuarios.

Pero era natural que aplicáramos a nuestro trabajo los conocidos estándares de buenas prácticas; por ejemplo, la asignación dinámica de estructuras de datos, para evitar así límites de tamaño fijados arbitrariamente, y el empleo de todos los códigos de ocho bits posibles, siempre que fuera razonable.

Además, rechazamos la opción de Unix por un tamaño de memoria reducido, por lo que decidimos no dar soporte para máquinas de 16 bits (estaba claro que las máquinas de 32 bits serían la norma para cuando el sistema GNU estuviese terminado) y no hacer ningún esfuerzo para reducir el uso de memoria a menos que excediera de un megabyte. En los programas en los que no fuera fundamental manejar archivos muy grandes, animamos a los programadores a leer el fichero de entrada completo en el core y luego explorar su contenido sin tener que preocuparse del I/O.

Estas decisiones permitieron que muchos programas de GNU superaran a sus homólogos de Unix en fiabilidad y velocidad.

Donación de ordenadores

A medida que crecía la reputación del Proyecto GNU, la gente comenzó a donar al proyecto máquinas con Unix. Fueron muy útiles, porque la manera más fácil de desarrollar componentes de GNU era hacerlo en un sistema Unix, reemplazando los componentes del sistema uno a uno. Pero esto suscitó el problema ético de si era correcto que tuviéramos siquiera una copia de Unix.

Unix era (y es) software privativo, y según la filosofía del Proyecto GNU no debemos utilizar software privativo. Pero aplicando el mismo razonamiento que lleva a la conclusión de que la violencia en defensa propia está justificada, concluí que era igualmente legítimo utilizar un paquete privativo cuando eso fuera fundamental para desarrollar un reemplazo libre que ayudara a los demás a dejar de usar el paquete privativo.

Sin embargo, aun si se trataba de un mal justificable, no dejaba de ser un mal. En la actualidad ya no tenemos copias de Unix porque las hemos reemplazado por sistemas operativos libres. Cuando no hemos podido reemplazar el sistema operativo de una máquina por uno libre, hemos reemplazado la máquina.

La lista de tareas de GNU

A medida que el Proyecto GNU avanzaba, se encontró o desarrolló un número cada vez mayor de componentes para el sistema, por lo que finalmente nos pareció útil elaborar una lista de las piezas que faltaban. Luego la utilizamos para reclutar programadores que las desarrollaran. Se trata de la lista posteriormente conocida como «Lista de tareas de GNU». Además de los componentes Unix que faltaban, añadimos a la lista otros proyectos de software y documentación útiles que, en nuestra opinión, debía tener todo sistema verdaderamente completo.

En la actualidad [6] ya no queda casi ningún componente Unix en la Lista de tareas de GNU; se concluyeron todas, excepto unas pocas que no son esenciales. Pero la lista contiene muchos proyectos que podrían considerarse «aplicaciones». Es útil añadir al sistema operativo todo programa que despierte el interés de un conjunto de usuarios no muy reducido.

Incluso los juegos están incluidos en la lista de tareas y lo han estado desde el principio. Unix incluía juegos, así que era natural que también GNU los incluyera. Los juegos no presentaban ningún problema de compatibilidad, así que no seguimos la lista de juegos que tenía Unix. En vez de eso incluimos en la lista una gama de diferentes tipos de juegos que podrían gustar a los usuarios.

La GPL Reducida de GNU

La biblioteca C de GNU utiliza un tipo especial de copyleft denominado GNU Lesser General Public License[7] (Licencia Pública General Reducida de GNU) que autoriza el enlace de software privativo con la biblioteca. ¿Por qué hacemos esta excepción?

No es una cuestión de principios; no existe ningún principio que diga que los productos de software privativo están autorizados a incluir nuestro código (¿por qué contribuir a un proyecto que se niega a compartir su código con nosotros?). La utilización de la LGPL para la biblioteca C, o para cualquier otra biblioteca, es una decisión estratégica.

La biblioteca C tiene una función genérica; todo sistema o compilador privativo incluye una biblioteca C. Por lo tanto, poner nuestra biblioteca a disposición únicamente del software libre no habría significado ninguna ventaja para este; solo habría desalentado la utilización de nuestra biblioteca.

Existe una excepción a lo anterior: en el sistema GNU (y esto incluye a GNU/Linux), la biblioteca C de GNU es la única biblioteca C. De modo que los términos de distribución de la biblioteca C de GNU determinan si es posible o no compilar un programa privativo para el sistema GNU. No hay ninguna razón ética para autorizar la incorporación de aplicaciones privativas en el sistema GNU, pero desde un punto de vista estratégico parece que no autorizarlo contribuiría más a desalentar la utilización del sistema GNU que a incentivar el desarrollo de aplicaciones libres. Esta es la razón por la que utilizar la GPL Reducida (Lesser GPL) es una buena estrategia para la biblioteca C.

Para otras bibliotecas es necesario considerar la estrategia a adoptar caso por caso. Cuando una biblioteca desempeña una función especial que puede facilitar el desarrollo de cierto tipo de programas, publicarla bajo la GPL, limitándola únicamente a programas libres, es una manera de ayudar a otros programadores de software libre, ya que eso les otorga una ventaja frente al software privativo.

Consideremos por ejemplo la biblioteca Readline de GNU, desarrollada para editar los comandos de BASH. Readline se publica bajo la GPL de GNU ordinaria, no bajo la GPL Reducida. Es probable que de esta manera se reduzca el uso de Readline, pero eso no supone una pérdida para nosotros. En cambio, al menos una aplicación útil ha sido transformada en software libre específicamente para poder utilizar Readline, y eso es un auténtico logro para la comunidad.

Los desarrolladores de software privativo tienen las ventajas que proporciona el dinero; quienes desarrollan software libre necesitan del apoyo mutuo para aventajarlos. Confío en que algún día contaremos con una amplia colección de bibliotecas cubiertas por la GPL sin equivalentes en el software privativo, bibliotecas que constituyan módulos útiles para construir nuevos programas libres y supongan así una ventaja para el posterior desarrollo de software libre.

¿Rascando donde pica?

Eric Raymond dice que «Toda buena obra de software comienza por que un programador se pone a rascar donde le pica». Puede que a veces sea así, pero muchos de los componentes esenciales del software de GNU se programaron con el fin de obtener un sistema operativo libre completo. Nacieron como resultado de una visión y de un plan, no por un impulso.

Por ejemplo, desarrollamos la biblioteca C de GNU porque un sistema similar a Unix necesita una biblioteca C, BASH porque un sistema de tipo Unix necesita un intérprete de comandos, y el tar de GNU porque un sistema similar a Unix necesita un programa tar. Lo mismo ocurre con mis propios programas: el compilador C de GNU, Emacs de GNU, GDB y Make de GNU.

Algunos de los programas de GNU se desarrollaron para hacer frente a amenazas específicas a nuestra libertad. Por esta razón desarrollamos gzip para reemplazar Compress, programa que la comunidad había perdido a causa de las patentes de LZW. Buscamos personas para programar LessTif y, más recientemente, iniciamos GNOME y Harmony, para abordar los problemas que plantean ciertas bibliotecas privativas (véase más adelante). Estamos desarrollando Privacy Guard de GNU para reemplazar software de cifrado muy utilizado que no es libre, ya que los usuarios no deben verse obligados a elegir entre privacidad y libertad.

Por supuesto, la gente que escribía estos programas se interesaba por el trabajo, y varias personas añadieron muchas funcionalidades para satisfacer sus propias necesidades e intereses. Pero ese no es el motivo por el que existe el programa.

Situaciones inesperadas

Al comienzo del Proyecto GNU, mi idea era que desarrollaríamos el sistema GNU completo y luego lo publicaríamos en su totalidad. Pero no fue así.

Debido a que cada componente del sistema GNU se implementó en un sistema Unix, todos podían ejecutarse en sistemas Unix mucho antes de que el sistema GNU se hubiera completado. Algunos de esos programas se hicieron populares, y los usuarios comenzaron a ampliarlos y portarlos a las distintas versiones incompatibles de Unix, y en ocasiones también a otros sistemas.

Como resultado de ese proceso, los programas adquirieron mayor potencia y atrajeron más fondos y colaboradores al Proyecto GNU. Pero probablemente eso también demoró por varios años la conclusión de un sistema mínimo funcional, dado que los desarrolladores de GNU dedicaban más tiempo al mantenimiento de esas migraciones y a añadir funcionalidades a los componentes ya existentes que a continuar con el desarrollo de los componentes que faltaban uno tras otro.

El Hurd de GNU

En 1990 el sistema GNU estaba casi completo, el único componente importante que faltaba era el núcleo. Habíamos decidido implementar nuestro núcleo como un conjunto de procesos de servidor que se ejecutarían sobre Mach. Mach es un micronúcleo desarrollado en la Carnegie Mellon University y luego en la Universidad de Utah. El Hurd de GNU consiste en una serie de servidores (esto es, una «manada de gnus [ñus]) que se ejecutan sobre Mach y realizan las diversas tareas del núcleo Unix. El inicio del desarrollo se retrasó a la espera de que Mach se publicara como software libre, tal como se había prometido.

Una de las razones por la que optamos por este diseño fue para evitar lo que parecía ser la parte más dura del trabajo: depurar un núcleo sin contar para ello con un depurador de código fuente. Esta parte del trabajo ya había sido realizada en Mach, y esperábamos depurar los servidores de Hurd como programas de usuario, con GDB. Pero llevaba mucho tiempo lograrlo, y los servidores multihilo que se intercambian mensajes resultaron ser muy difíciles de depurar. Hacer que Hurd funcione sólidamente es un trabajo que lleva extendiéndose muchos años.

Alix

Al principio el núcleo de GNU no iba a llamarse Hurd. Su nombre original era Alix, por alusión a mi novia de aquel entonces. Ella era administradora de sistemas Unix y había comentado que su nombre seguía el esquema de nomenclatura habitual en las versiones de los sistemas Unix. En broma, les dijo a sus amigos: «Alguien debería ponerle mi nombre a un núcleo». Yo no dije nada, pero decidí sorprenderla con un núcleo llamado Alix.

El nombre no se mantuvo. Michael Bushnell (ahora Thomas), el programador principal del núcleo, prefirió el nombre Hurd, y redefinió Alix para referirse a cierta parte del núcleo, la parte que captura las llamadas del sistema y las administra mediante el envío de mensajes a los servidores de Hurd.

Más adelante Alix y yo rompimos y ella se cambió el nombre. Independientemente de eso, el diseño de Hurd se modificó para que la biblioteca C enviara los mensajes a los servidores, por lo que el componente Alix desapareció del diseño.

Pero antes de que sucediera todo esto, un amigo de ella encontró el nombre Alix en el código fuente de Hurd y se lo comentó. Así que al final Alix tuvo la oportunidad de ver su nombre en un núcleo.

Linux y GNU/Linux

El Hurd de GNU no está listo para el uso en producción, y no sabemos si alguna vez lo estará. El diseño basado en capacidades (capability-based design) presenta dificultades como consecuencia directa de la flexibilidad del diseño, y no está claro que existan soluciones.

Afortunadamente, disponemos de otro núcleo. En 1991 Linus Torvalds programó un núcleo compatible con Unix y lo denominó Linux. Al principio era privativo, pero en 1992 lo convirtió en software libre. La combinación de Linux con el sistema GNU, que aún no estaba completamente terminado, dio como resultado un sistema operativo libre completo (claro que combinarlos supuso una considerable cantidad de trabajo). Se debe a Linux que en la actualidad podamos ejecutar una versión del sistema GNU.

A esta versión del sistema la llamamos GNU/Linux para reflejar el hecho de que el sistema es una combinación del sistema GNU con el kernel Linux. Recomendamos no adoptar la costumbre de llamar «Linux» al sistema completo, ya que eso implica atribuir nuestro trabajo a otra persona. Tenga a bien mencionarnos equitativamente.

Desafíos para el futuro

Hemos demostrado nuestra capacidad para desarrollar un amplio espectro de software libre. Pero esto no significa que seamos invencibles e imparables. Diversos desafíos hacen que el futuro del software libre sea incierto. Afrontarlos requerirá constante esfuerzo y empeño, a veces durante años. Se necesita mucha determinación, como la que demuestran quienes valoran su libertad y no permiten que nadie se la arrebate.

En las cuatro secciones siguientes nos ocupamos de esos desafíos.

Hardware secreto

Los fabricantes de hardware tienden cada vez más a mantener en secreto las especificaciones de sus productos. Esto dificulta el desarrollo de controladores libres que permitan que Linux y XFree86 puedan reconocer el nuevo hardware. Hoy disponemos de sistemas libres completos, pero mañana no los tendremos si no son compatibles con los ordenadores del futuro.

Existen dos formas de abordar este problema. Los programadores pueden recurrir a la ingeniería inversa para buscar la manera de soportar el hardware. Los demás podemos optar por usar hardware que sea compatible con el software libre. A medida que aumente el número de usuarios de software libre, mantener las especificaciones en secreto se volverá contraproducente.

La ingeniería inversa implica un trabajo enorme, ¿tendremos programadores con la suficiente determinación para realizarla? Sí, siempre que logremos crear un fuerte sentimiento de que el software libre es una cuestión de principios, y de que los controladores que no son libres son intolerables. ¿Seremos muchos los que estaremos dispuestos a invertir algún dinero extra, o algo de tiempo extra, para que podamos usar controladores libres? Sí, si la determinación de gozar de libertad se convierte en algo generalizado [8].

Bibliotecas que no son libres

Una biblioteca que no es libre y que funciona sobre sistemas operativos libres actúa como una trampa para los programadores de software libre. Las características atractivas de la biblioteca son el cebo: si se utiliza la biblioteca, se cae en la trampa, porque el programa que hace uso de ella no podrá formar parte de un sistema operativo libre de manera útil (estrictamente hablando, podríamos incluir el programa, pero no funcionará sin esa biblioteca). Peor aún, si un programa que utiliza una biblioteca privativa se populariza, puede hacer caer en la trampa a otros programadores incautos.

La primera vez que se presentó este problema fue con el kit de herramientas Motif, allá por los años ochenta. Aunque por aquel entonces no había todavía sistemas operativos libres, estaba claro el problema que Motif les ocasionaría más adelante. El Proyecto GNU respondió de dos maneras: pidiendo a los proyectos de software libre individuales que admitiesen tanto los widgets del kit libre de herramientas de X como Motif, y solicitando el desarrollo de un reemplazo libre para Motif. La tarea llevó muchos años. LessTif, desarrollado por los Hungry Programmers, no alcanzó la potencia necesaria para admitir la mayoría de las aplicaciones Motif hasta 1997.

Entre 1996 y 1998, otra biblioteca del kit de herramientas GUI que no era libre, denominada Qt, se utilizó en una amplia colección de software libre: el escritorio KDE.

Los sistemas libres GNU/Linux no podían utilizar KDE porque no podíamos incorporar la biblioteca. No obstante, algunos distribuidores comerciales de sistemas GNU/Linux que no eran tan estrictos con respecto a la inclusión de software libre, añadieron KDE a sus sistemas, obteniendo así un sistema con más funcionalidades pero menos libertad. El grupo de KDE instaba activamente a los programadores a usar Qt, mientras millones de nuevos «usuarios de Linux» ni siquiera habían oído hablar del problema. La situación era desalentadora.

La comunidad del software libre abordó este problema de dos maneras: GNOME y Harmony.

GNOME, el GNU Network Object Model Environment, es el proyecto de escritorio de GNU. El proyecto fue iniciado en 1997 por Miguel de Icaza y se desarrolló con el apoyo de Red Hat Software con el objetivo de proporcionar prestaciones similares, pero utilizando exclusivamente software libre. Tiene también ventajas técnicas, tales como admitir una variedad de lenguajes, no solo C++. Pero su propósito principal era la libertad: evitar la utilización de cualquier software que no fuese libre.

Harmony es una biblioteca sustitutiva compatible, diseñada para poder ejecutar el software KDE sin utilizar Qt.

En noviembre de 1998, los desarrolladores de Qt anunciaron un cambio de licencia que, cuando se llevase a cabo, convertiría Qt en software libre. No puedo afirmarlo con certeza, pero pienso que esto se debió en parte a la firme respuesta de la comunidad frente al problema que presentaba Qt cuando no era libre. (La nueva licencia no es práctica ni justa, por lo que sigue siendo preferible evitar el uso de Qt) [9]).

¿Cómo responderemos a la próxima tentación que nos presente una biblioteca que no sea libre? ¿Comprenderá la comunidad entera la necesidad de mantenernos alejados de la trampa? ¿O alguno de nosotros cederá su libertad a cambio de la comodidad, generando así un problema fundamental? Nuestro futuro depende de nuestros valores.

Patentes de software

La peor amenaza a la que nos enfrentamos proviene de las patentes de software, que pueden impedir el uso de algoritmos y funcionalidades en el desarrollo de software libre hasta por veinte años. Las patentes del algoritmo de compresión LZW se introdujeron en 1983, y todavía no podemos publicar software libre que produzca archivos en formato GIF adecuadamente comprimidos [10]. En 1998 hubo que suspender la distribución de un programa libre para producir archivos de audio comprimidos en el formato MP3 debido a una amenaza de demanda por infracción de patente [11].

Hay maneras de afrontar el problema de las patentes: podemos buscar pruebas para demostrar la invalidez de la patente, y podemos buscar maneras alternativas de realizar una tarea. Pero estos métodos funcionan solo en algunos casos; cuando ambos fallan, una patente puede impedir la implementación en todo el software libre de alguna funcionalidad que los usuarios desean. Tras una larga espera, las patentes expiran, pero ¿qué haremos mientras tanto?

Quienes valoramos el software libre por la libertad que nos otorga, seguiremos utilizándolo de todos modos. Buscaremos el modo de realizar nuestro trabajo sin las funcionalidades patentadas. Pero quienes valoran el software libre porque esperan que sea técnicamente superior, es probable que vean en él un fallo cuando una patente los detenga. Por tanto, si bien es útil mencionar la eficacia práctica del modelo de «bazar», y hablar de la fiabilidad y la potencia de cierto software libre, no debemos quedarnos solo con eso. Debemos hablar de libertad y de principios.

Documentación libre

La mayor carencia de nuestros sistemas operativos libres no está en el software, sino en la falta de buenos manuales libres que podamos incluir en nuestros sistemas. La documentación es una parte esencial de cualquier paquete de software; cuando un paquete importante de software libre no cuenta con un buen manual libre, tenemos una importante laguna. En la actualidad adolecemos de muchas de estas lagunas.

La documentación libre, al igual que el software libre, es una cuestión de libertad, no de precio. El criterio que se aplica a los manuales libres es muy similar al del software libre: otorgar a los usuarios ciertas libertades. La redistribución (la venta comercial incluida) debe estar permitida, tanto en línea como en papel, de modo que se pueda incluir el manual con cada copia del programa.

La autorización para modificarlo también es crucial. Como regla general, no creo que sea esencial que las personas tengan permiso para modificar todo tipo de artículos y libros. Por ejemplo, no creo que usted ni yo estemos obligados a autorizar la modificación de artículos como este, en el que se exponen nuestras iniciativas y puntos de vista.

Pero existe una razón concreta que hace que la libertad de modificar la documentación sea crucial para el software libre. Cuando una persona ejerce su derecho a modificar el software y añade o cambia sus funcionalidades, si es meticulosa modificará también el manual, de manera que al programa modificado le acompañe documentación precisa y útil. Un manual que no es libre, que no permite a los programadores ser concienzudos y terminar el trabajo, no satisface las necesidades de nuestra comunidad.

No hay inconveniente alguno en establecer ciertos tipos de límites a las modificaciones que se pueden realizar, como por ejemplo el requisito de preservar el aviso de copyright del autor original, los términos de distribución o la lista de autores. Tampoco ocasiona ningún problema el requisito que exige incluir una nota advirtiendo que se trata de una versión modificada, ni prohibir la alteración o supresión de secciones enteras, siempre que dichas secciones traten temas que no sean de índole técnica. Restricciones de este tipo no ocasionan ningún problema porque no impiden al programador diligente cambiar el manual para adaptarlo al programa modificado. En otras palabras, son restricciones que no le impiden a la comunidad del software libre la plena utilización del manual.

No obstante, se debe autorizar la modificación de todo el contenido técnico del manual, como así también la distribución del resultado a través de todos los medios y canales habituales; de no ser así, las restricciones supondrían un obstáculo para la comunidad. En ese caso el manual no será libre, y será necesario escribir otro.

¿Serán los desarrolladores conscientes de la necesidad de disponer de un abanico completo de manuales libres y tendrán la determinación necesaria para elaborarlos? Una vez más, nuestro futuro depende de nuestros valores.

Es necesario hablar de libertad

Se estima que en la actualidad hay unos diez millones de usuarios de sistemas GNU/Linux tales como Debian GNU/Linux y Red Hat «Linux». El software libre ha desarrollado tales ventajas prácticas que un gran número de usuarios lo eligen por razones puramente prácticas.

Las consecuencias positivas de esto son evidentes: mayor interés en el desarrollo de software libre, más clientes para las empresas de software libre, y mayor capacidad para animar a las compañías a desarrollar software libre comercial en lugar de productos de software privativo.

Pero el interés por el software crece más rápidamente que el conocimiento de la filosofía en la que se basa, y esto crea problemas. Nuestra capacidad de afrontar los desafíos y amenazas antes descritos depende de nuestro compromiso en la defensa de la libertad. Para asegurar el compromiso de nuestra comunidad es necesario difundir esa idea entre los nuevos usuarios a medida que se incorporan a la comunidad.

Pero no lo estamos consiguiendo: los esfuerzos para atraer nuevos usuarios a nuestra comunidad superan con creces los esfuerzos dedicados a transmitirles nuestros principios. Tenemos que hacer ambas cosas, y es necesario mantener un equilibrio entre esos dos empeños.

«Open Source» («código abierto»)

Transmitir a los nuevos usuarios el valor de la libertad comenzó a resultar más difícil a partir de 1998, cuando parte de la comunidad decidió abandonar la expresión «software libre» reemplazándola por «software de código abierto» («open source software», en inglés).

La intención de algunos de los que adoptaron la nueva expresión era evitar la confusión entre «free» y «gratis», un objetivo razonable. La intención de otros, sin embargo, era dejar de lado los principios que motivaron el movimiento del software libre y el Proyecto GNU, con el propósito de atraer a los ejecutivos y usuarios empresariales, muchos de los cuales tienen una ideología que antepone los beneficios económicos a la libertad, a la comunidad y a los principios. De modo que la retórica del «código abierto» se centra en la capacidad de desarrollar software potente y de alta calidad, evitando las ideas de libertad, comunidad y principios.

Las revistas sobre «Linux» son un claro ejemplo de ello. Están inundadas de publicidad sobre software privativo que funciona en GNU/Linux. Cuando se publique un nuevo Motif o Qt, ¿aconsejarán estas revistas a los programadores que los eviten, o publicarán anuncios para promoverlos?

Dejando a un lado otras consideraciones, el apoyo empresarial es útil y puede contribuir a la comunidad de muchas maneras. Pero si para obtenerlo optamos por mencionar aún menos el tema de la libertad y los principios, el resultado puede ser desastroso; se agravaría el mencionado desequilibrio entre el crecimiento del número de usuarios y su educación cívica.

Las expresiones «software libre» y «código abierto» se refieren aproximadamente a la misma categoría de software, pero dicen cosas diferentes acerca del software y de los valores. El proyecto GNU continúa utilizando el término «software libre» para expresar la idea de que la libertad es importante, no solo la tecnología.

¡Inténtelo!

El aforismo de Yoda, «"Intentar" no existe» [4], suena bien, pero conmigo no funciona. He realizado la mayor parte de mi trabajo con la inquietud de no saber si podría llevarlo a cabo, y sin saber si una vez terminado sería suficiente para alcanzar el objetivo. Pero lo intenté de todos modos, porque no había nadie más entre el enemigo y mi ciudad. Para mi sorpresa, a veces he tenido éxito.

Otras veces fracasé. Algunas de mis ciudades han caído. Más tarde descubrí otra ciudad amenazada y me preparé para otra batalla. Con el tiempo, he aprendido a detectar las amenazas y a interponerme entre ellas y mi ciudad, haciendo un llamamiento a otros hackers para que se unan a mí.

En la actualidad, a menudo no soy el único. Es para mí un alivio y una alegría ver a una legión de hackers movilizados para mantener la línea de frente, y me doy cuenta de que esta ciudad puede sobrevivir, por ahora. Pero los peligros aumentan cada año, y ahora Microsoft tiene a nuestra comunidad en su punto de mira. No podemos dar por asegurado el futuro de la libertad. ¡No crea que es así! Si desea conservar su libertad, debe estar preparado para defenderla.

Notas

  1. El uso del término «hacker» para referirse a alguien que burla la seguridad de un sistema es un error provocado por los medios de comunicación. Nosotros los hackers rechazamos ese significado y continuamos empleando esa palabra para designar a alguien a quien le gusta programar, o que disfruta utilizando su ingenio de una manera lúdica, o una suma de las dos cosas. Véase mi artículo On Hacking (en inglés).
    Las máquinas PDP eran particularmente aptas para el hacking, pues eran multiuso, totalmente interactivas a diferencia de los grandes ordenadores centrales, y permitían compartir software e información.
  2. Como ateo, no sigo a ningún líder religioso, pero a veces admiro algo que ha dicho uno de ellos.
  3. En 1984 o 1985, Don Hopkins (un compañero muy ocurrente) me envío una carta. En el sobre había escrito varias frases divertidas, entre ellas: «Copyleft, todos los derechos reversados»[3]. Utilicé la palabra «copyleft» para denominar el concepto de distribución que estaba definiendo por entonces.
  4. Para la documentación ahora utilizamos la Licencia de documentación libre de GNU (FDL de GNU).
  5. «Bourne Again Shell» es un juego de palabras con el nombre «Bourne Shell», que era el intérprete de comandos comúnmente utilizado en Unix.
  6. Ese texto se escribió en 1998. En 2009 ya no tenemos una larga lista de tareas. La comunidad programa software libre con tanta rapidez que ni siquiera podemos seguirle la pista a todos. Tenemos en cambio una lista de Proyectos de Alta Prioridad, una lista mucho más corta de proyectos en los que de verdad queremos animar a la gente a trabajar.
  7. Esta licencia se llamaba inicialmente GNU Library General Public License (Licencia Pública General de GNU para Bibliotecas). Le cambiamos el nombre para evitar transmitir la idea de que se debe usar para todas las bibliotecas. Para más información, véase Por qué en su próxima biblioteca no debería utilizar la GPL Reducida.
  8. Aclaración de 2008: esto se aplica también al BIOS. Existe un BIOS libre llamado LibreBoot (una distribución de coreboot); el problema es conseguir las especificaciones de las máquinas para que LibreBoot pueda reconocerlas sin tener que recurrir a paquetes binarios que no sean libres.
  9. En Septiembre de 2000 Qt se publicó bajo la licencia GPL de GNU, lo que solucionó completamente el problema.
  10. Las patentes sobre GIF expiraron en 2009.
  11. Las patentes sobre MP3 expiraron en 2017. Vea cuánto tiempo tuvimos que esperar.
Notas de Traducción

[1] En inglés, «free» significa «libre», pero también «gratuito». A causa de esta ambigüedad, la expresión «free software» a veces es mal interpretada, lo cual no sucede con su equivalente «software libre» en español.
[2] En inglés, la posición del calificativo free en Free University Compiler Kit no permite determinar si se refiere a la universidad o al compilador.
[3] «Reversados», por similitud etimológica, semántica y fonética con «reversed».
[4] El aforismo entero dice: «No lo intentes. Hazlo o no lo hagas. "Intentar" no existe».